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11 octubre, 2007

Tanis huye, de nuevo...(III)


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El gladiador ha caído. Sus ojos me muestran el siguiente movimiento... puedo leer sus pensamientos, los míos...¡Ojalá tuviera aquí mi carcaj!

El público grita más sangre... antes de que pueda cercenar su cuello, se yergue y he de apartarme para evitar su espada, mientras me giro para atraparlo en la red, que cae de soslayo, pesada sobre la arena. Giramos, segimos nuestros movimientos, en tensión, atentos al siguiente embate. Percibo la simultánea tensión de sus bíceps, el leve paso... se prepara para atacar y mi espada corta nada puede contra su escudo. Sólo confío en envolverle y hacerle caer.

Se arroja sobre mí, como había previsto, con el escudo protegiendo su cuerpo y la espada preparada para cortar en movimiento ascendente. Aprovecho la fuerza del envite para usarlo contra él y le hago rodar y caer por detrás de mi hombro,sin poder evitar el roce del filo en la clavícula.
Me siento girar... anque sé que he caído. Y entre los puntos de luz y sombra precibo su cuerpo caído. La Vida y la Muerte dependen ahora de aquél que consiga llegar al otro.
Intento ergirme, con todas mis fuerzas, luchando por soportar el fuego que abrasa mi hombro herido ¡por todos los dioses, que quema como el mismísimo Averno!... doblada sobre mí misma, consigo llegar y colocar todo el peso de mi cuerpo sobre el gladiador, quien observa la decisión que se forma en mis ojos mientras la punta de mi espada muerde su yugular.

La multitud ruge con más fuerza que una manda de leones hambrients y sigo sus miradas hasta la tribuna, donde el Imperator se ha puesto en pie y levanta su mano derecha. Veo cómo la cierra en puño y, tras unos instantes, extiende el pulgar hacia abajo. No entiendo el gesto... pero sí una palabra que se hace eco en todas las gargantas al unísono, que repiten hasta marearme ¡Mátalo!, ¡mátalo!, ¡mátalo!...

Por un instante la punta de mi espada presiona con más fuerza el cuello del gladiador; una gota de sangre me hipnotiza en su recorrido desde la herida... Soy amazona, acostumbrada a matar hombres... mis enemigos. Pero ahora los enemigos son otros que no puedo alcanzar... Dudo si podría escapar ilesa y para siempre, sin derramar más sangre...

Cruzamos nuestras miradas... quiere escapar, también... seguiremos siendo carne de circo. Puede que haya una salida si somos dos.

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