Se acerca la Navidad, las fiestas... esencialmente familiares.
Y aquí comienzan muchos problemas de pareja:
"Que la Nochebuena la pasamos en casa de mis padres"
"¡Ni hablar!: La Nochebuena con los míos"
Pues nada: se trata de ir turnándose: si la relación dura más de un año (evidentemente) pues hay que rotarse... "un año con los tuyos, al siguiente con los míos"...
¡No valen chantajes!, de esos para cuando "toca" ir a cenar con los suegros:
"Es queeeeeee... mis papás van a estar muy solos..."
Si la pareja es de es@s que no saben qué significan "democracia y alternancia"... o/y se creen que tú naciste de una col... ¡Huye!: antes de que te fagocite la famiia politica y termines, efectivamente, sintiéndote huérfan@ hasta del repollo.
Lo último:
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Razón nº3: "¡NO!" |
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Segunda razón para decir ¡NO! |
El/ella, "sabe más y mejor" que tú... y se encarga de "recordártelo" constantemente: a solas y-lo que es peor-delante de otras personas.
Y bien... si rectificar es de sabios...
... y tu pareja no da nunca su brazo a torcer (porque se tiene por un@ de "es@s privilegiad@s" que siempre llevan la razón y la sapiencia de su lado...
...pues, que de sabi@ no tiene nada. Evidente.
(¿Y para qué quiere nadie a su lado a un ser omnisciente que siempre te enmenda la plana, pobrecit@ de tí, tan "ignorante"?... pues... como no se sea masoquista... para nada y por nada del mundo).
Si total... contigo no "aprende" (ya lo sabe "todo"), y tú no "aprendes" de él/ella... mejor que vaya a dar "clases" a otr@.
Digo yo...
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Primera razón para decir "¡No!" |
.- Vive a unos mil kilómetros de distancia de tí.
Y ya dice la canción que "la distancia es el olvido".
Puede que no... pero va a ser que sí... según las "estadísticas".
Eso de los noviazgos a distancia, parece que se llevaba mejor en el pasado (nuestros padres y abuelos)... ahora el billete de avión está muy caro y-para más inri- complicado (escapes de sustancias radiactivas con las que envenenan a los espías... todos los líquidos metidos en una bolsita por si los atentandos...).
Lo que me lleva a ésto del amor cibernético, hum:
Qué bonito es el amor platónico, por mess.. teléfono... para cuatro días: porque conocerse in person... ya es otra historia (más de un porrazo, or más de una mentira).
Pero casi que sigo otro día... que da para mucho el tema.
(Si me acuerdo y me apetece: total... estos blogs me los guiso y como yo sola, jajajajaaa)
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De Pulpos y Medusas |
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Flip-ante-book |
Este dibujito lo he hecho yo... con esta página:
http://www.benettonplay.com/toys/flipbook/flipbook_maker.php
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No te merezco (¡Vade retro!) |
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Y... ¿por qué no se divorcia? |
¿Cuántas veces habré oído esta pregunta?... que nadie se atreve a hacer, directamente, a los interfectos.
Y como nadie "osa"... pues no queda otro remedio que aventurar hipótesis:
.- Ahora ya no es cosa de excusar el divorcio con aquél "mi mujer-mi marido, no me lo concede". Porque basta con presentar una demanda y santas pascuas. De hecho, ya no hacen falta "motivos" para conceder el divorcio... basta con el simple y mutuo "disentimiento" de los cónyuges, instado por uno sólo de ellos.
.- Y tampoco vale eso de que se tiran años para conseguir el divorcio: ahora separación y divorcio pueden obtenerse de una sola "pedrada", en la misma demanda.
.- Si ambos están de acuerdo en divorciarse y en los términos del divorcio, pueden acordarlo por escrito y presentarlo en el Jugado. Ratificar y listo. Nada más fácil y barato.
.- El tema de la custodia de los niños tambiñén puede resolverse por mutuo acuerdo, con una custodia compartida, por ejemplo. Si ambos están e acuerdo, el Juez la ratificará. Si no es el caso... pues será el Juez, escuchado el Ministerio Fiscal, quien decidirá.
Pero, con voluntad, tampoco aquí hay problema para divorciarse.
Y, entonces...¡ ¡¡¿Porqué diablos no se divorcia?!!!
Tranquiiiiiiilos: que ahora vienen las hipótesis, jajajajajaa:
.- Primero: si tu pareja no pide el divorcio... ¿porqué no lo pides tú?. A lo mejor, ella/él tiene los mismos motivos que tú para no pedirlo...
Por ejemplo:
.- Puede ser bastante traumático y doloroso... hay gente a quien no le apetece volver al Juzgado ni de visita, siquiera para firmar.
Así, están más tranquilos.
.- También puede ser que el/la ex tenga nueva pareja... y no le apetezca para nada darle la "oportunidad" de ponerle en un apuro con el "¿por qué no nos casamos?".
Y es que... la perspectiva de un nuevo "casorio" puede poner los pelos de punta a quien ya sabe qué es.
.- Revisión de los términos de la separación: custodia, pensiones...
Puede que en la tramitación del divorcio se modifiquen, en perjuicio de alguno de los ex...
Por eso se "vive más tranquilo", con lo malo conocido...
Y... en fín... también puede suceder que, por un algo absolutamente inconfesable siquiera para uno mismo... no se quiera "romper del todo" con el ex...
Y es que la separación,es la "relajación" del vínculomatrimonial-digamos que "se debilita"- con el cese de algunos "deberes", como el vivir juntos... pero el matrimonio sigue vivo: siguen casados.
Sólo el divorcio civil termina, "rompe" un matrimonio. O la nulidad (la civil suele ser bastante rara).
Y... la nulidad eclsiástica... para el matrimonio canónico... pero ésta ya es otra historia, mucho más complicada...
Para razones, colores...
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Moviendo... |
... Muchos mueven el Mundo. Aunque muchos otros se empeñen en impedirlo.
Sabemos del trabajo de Medicus Mundi. También de voluntariados como Misiones Salesianas; del Centro Reto, de Cáritas...
Pero no son los únicos, ni hace falta irse al otro extremo del mundo para mirar, cara a cara, a la pobreza: una mirada sobre nuestro hombro, nos la descubre en la esquina de al lado.
Hay mucho por hacer. Y, para empezar, NO TIRAR NADA que pueda ser de utilidad:
.- "Centro Reto", ayuda a los toxicómanos, restaurando toda clase de objetos para venderlos. La ropa, los juguetes, los muebles... todo lo que ya no queremos o, incluso, nos parece demasiado esropeado, ellos pueden reciclarlo y rehabilitarlo.
También es importante no tirar la ropa: hay muchas, demasiadas, Residencias de Ancianos, donde algunos de los mayores están solos, completamente desasistidos de familia, amigos, que les regalen una prenda de abrigo,por ejemplo.
.- NO TIREIS LAS MEDICINAS. Porque, muchas veces, la fecha de caducidad es tan sólo orientativa, y puenden ser eficaces más allá del plazo.
Y esas medicinas que ya no vais a tomar, porque habéis terminado el tratamiento, sin acabar la caja. Llevadlas a vuestra Farmacia, porque ellos las harán llegar a un lugar donde hacen mucha falta,por ejemplo el sub-Sáhara.
.- Todo tipo de prótesis, que a vosotros no os valgan , por la razón que sea, son indispensables para otros: gafas, artilugios ortopédicos de todo tipo...
.- Hacer la compra en algunos sitios, os da la oportunidad de colaborar con UNICEF: uno o dos euros que cuesta una tarjeta colgada sobre la caja, suponen arroz y leche, por ejemplo para muchos niños.
El más grande de los males de este mundo (lo decía Teresa de Calcuta, y estoy de acuerdo) es la SOLEDAD.
Si no podemos darles nuestra compañía física, al menos que la sientan en sus corazones... sobre todo, dando de lo que guardamos para nosotros, no ya de lo que nos sobra.
Hay muchas formas de abrazar... Hay muchas cosas más por hacer. Y cada día se presenta la oportunudad de echar una mano: porque un poco de muchos... puede mover el Mundo.
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Cuando los celos son de "otr@"... |
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¿Quién se lo pone? |
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"Poli" bueno... "poli" malo |
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¡Loados sean los dioses! |
... porque sólo ellos son omniscientes, omnipresentes...
Y sí: viven entre nosotros (miserables mortales). Aunque revestidos de carne humana... por aquéllo de no deslumbrarnos demasiado con su brillo inmortal.
Les reconocemos fácilmente por sus comentarios:
.-" Está mal hecho". "No tienes ni idea". "Tú no sabes"
Seres "divinos" que todo lo saben- y lo saben mejor que nadie- y... cuando no se está con ellos, "necesariamente" es en contra.
Entidades pseudo-angélicas, infalibles, afortunadas por llevar"siempre" razón, en cuanto hacen y dicen... pobres de nosotros, tan humanos y errados... huerfanitos de cerebro....
Jueces proto-divinos que nos juzgan sin descanso como mejor les sale de la toga: éste es un susceptible, aquél es un irresponsable, el otro ésto, aquél lo otro...
Porque... los Inmortales no tienen...
Espejos.
Oye: y qué pena que siempre van a dar con quien no se atreve a responderles en las mismas: "pues tú eres una birria como Juez y como Ente Superior... que te lo has creído... ¿no será que... cojeas del mismo pie que acusas? ¿eh?"
Y si en las relaciones habituales, no ya siquiera de amistad, estas cosas pasan a menudo (¡y en el cyber-espacio, ni te cuento!)... qué peligroso resulta a a hora de destrozar una relación amorosa.
Y es que, para empezar, no se trata de tener que decir "Amén" a lo que hace el otro, bien, mal o regular. Sino de hacerlo con tacto:
No es lo mismo decir "qué mal", que decir "si ajustas por aquí, entonces ¡perfecto!"
Como decía aquél.... un poquito de por favor...
Que ninguno nacimos sabiendo... y ninguno de nosotros está libre de defectos.
Quien se empeña en achantar y denigrar al otro a base de que no "sirve para nada"... probablemente tenga un complejo como una catedral... que paga el otro.
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Detallitos-detallazos |
A más de uno y una se nos hace la relación como al Super López de Jan...
Hace tiempo me comentaba alguien que no podía a solas con el trabajo, la casa y los niños... y la total ausencia de detalles de su pareja:
.- "Mira... todos tenemos defectos"-me decía-"pero los detalles ayudan a sobrellevarlos todo...":
"Si a mí mi pareja se me ofrece a planchar una camisa... o me hace un día la cena... o me sube los bajos del vaquero... o me deja descansar mientras se encarga de pasear a los niños... cualquier cosa... ¡cuánto más fácil me haría la vida!.
Y cuánto más tiempo dispondría para dedicarle... y mantener saneada nuestra relación. No se me ocurre otra expresión: pero los detalles "compensan" con mucho las dificultades".
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Celos hasta... |
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¿Sirenas?¿príncipes?... ¡Anda ya! |
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Dos no se aburren... si uno no quiere |
Al menos la pareja de Forges parece sintonizar el aburrimiento...
La de veces que habré escuchado protestar a alguien: "¡es que me aburro con él-ella!".
Y, normalmente, quien hace el comentario no es, precisamente, la "alegría de la huerta".
Señoras, señores... si se aburren con su pareja ¡pónganse las pilas! (antes de ponérselas al "cónyugo")... y discurran algo para pasar un rato entretenido a dos bandas;no es nada difícil... si lo intentan.
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"Querida: ¿Donde has puesto... |
... mi máquina de afeitar?"
ELLA: Hum... "déjame pensar..."
....................................
"¡Aaaah, siiiiií!: La debí dejarla dentro de la sartén, mientras hacía la tortilla de patatas para a cena... es que me picaba la barba y no pude esperar a rasurarme"
EL: ¿eh?... ¿la barba... ¿la sartén?... ¡¡¿de qué hablas?!!?
ELLA: Nada... que respondo con un chiste al tuyo... ¡¡¿se puede saber porqué "he puesto yo" en ninguna parte tu maquinilla de afeitar?!!. ¡¡Que yo no la uso!!".
......................
Es la eterna historia, de todos los días: "Pepita: que dónde me has puesto ésto... que dónde has guardado lo otro..."
Por eso, ante el despiste y la ausencia de responsabilidad de mucchos "cónyugos", sus parejas se han convertido en clones del Padre Pilón: especialistas en encontrar objetos perdidos.
Je...
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Al amor por el estómago |
1 pollo en en trozos grandes
50 g de almendras y avellanas tostadas
1 cebolla
100 g de jamón serrano
100 g de aceitunas
2 tomates maduros
1 diente de ajo
azafrán
1 cucharadita de orégano
1 hoja de laurel
1 cucharada de harina
aceite de oliva
sal
Paso 1: En una sartén con el aceite muy caliente, dorar los trozos de pollo sazonados y colocar en una cazuela de fondo plano donde lo reservamos.
Paso 2: Hervir agua, blanquear las aceitunas en ella y añadir a los trozos de pollo de la cazuela.
Paso 3: En la sartén, freír en la grasa del pollo el jamón troceado en tiras pequeñas.
Paso 4: Picar la cebolla muy finita y los tomates en cubitos, aparte.
Paso 5: Añadir la cebolla a la sartén y, cuando esté dorada, añadir el tomate.
Paso 6: Cuando reduzcan, verter la salsa en la cazuela del pollo y se acerca a la fuego.
Paso 7: Añadir la cucharada de harina, removiendo bien y ubrir todo con agua.
Paso 8: Añadir el laurel y el orégano y dejar cocer hasta que reduzca, unos 25 minutos.
Paso 9: En un mortero, machacar el diente de ajo con el azafrán y la canela, las almendras y las avellanas hasta conseguir una pasta fina.
Paso 10: Añadir a la pasta unas cucharadas de la salsa del pollo, disolverla bien y añadir al guiso de pollo 10 minutos antes de acabar la cocción,
Variantes / Secretos / Trucos:
Delicioso con berenjenas rebozadas.
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Esas pequeñas cosas... |
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Waterloo fue una tontería... |
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Usurpadores |
... La ingenuidad al inocente
la confianza del creyente
sus alas al águila
el Ser a la persona
la ilusión al esperanzado
al soñador sus deseos
la verdad al honrado
al corazón un latido
al iris una lágrima
el regocijo al alma viva
Ponzoña instila en las venas
veneno inocula en la piel
rencor nace en el vientre
tristeza entre las pestañas
culpa inocente en el espíritu
silencios sobre los labios
dolor radia en los huesos
retuerce sierpes en el pensamiento
hierve en sal las heridas
hiela antigüas hogueras
Aquél que destruye inocencias...
Junio
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"Sospecha": |
No era mi abuelo (como persona sabia, la más sabia que he conocido) a dar consejos. Por eso jamás olvido la única recomendación que me hizo, poco antes de morir:
.- "Tu prima tiene mucha voluntad, pero lo tuyo es la inteligencia. Por eso te diré algo: Juzga tanto los halagos como las imprecaciones desde la persona que te los dirige:
Si aquél que te juzga como inteligente carece a tu juicio de inteligencia... ¡sospecha!.
Sospecha, igualmente, de quien te impute un vicio o defecto de carácter del que, a tu juicio, cojea esa misma persona."
Junio
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Uno + Uno |
Atardecía en la playa y los niños salían de sus neoprenos... como cangrejitos ermitaños de sus conchas.
Salía él, por último, a la rena... y se desesperaba por arrancarse rápido la humedad gomosa del traje. Yo le ayudaba a remangarlo desde la cintura hasta los pies y sacarlo. Debajo, el bañador. Y toneladas de arena.
.- "Vamos al agua... hay que quitar la sal del neopreno y la arena del cuerpo".
Y caminamos, adentrándonos, en un mar verde y templado, quieto como un tronco de seta...
Le perdí de vista y, mientas le buscaba, me descubrí entre las manos mi neceser de viaje-Pensé que se estropearía el contenido si una ola lo alcanzaba-.
Entonces, le ví llegar hasta mí... como si caminara sobre el agua. Iba detrás el dueño del yate; y creí que habían salido juntos a alta mar... me extrañó: nunca le había llevado consigo: "Bien... nunca es tarde!", pensé.
Pero él salía disgustado... no sonreía y apenas hablaba. Atravesamos las aguas hasta la orilla, en silencio. Yo me volvía de vez en cuando para verle seguirme; y me dí cuenta de que alguna ola comenzaba a nacer. Eran olas divertidas, nada agresivas; juguetonas, nada iracundas. Y llegaban a intervalos muy espaciados. Aún así, una de ellas nos cubrió (sin fuerza) y me dí cuenta dfe que el neceser que sostenía debía haberse mojado: estaba abierto... "ojalá no se estropee nada... no sé..."
Llegábamos ya a la arena cuando advertí en el fondo unas formas oscuras:
.- ¿Te has fijado en eso?. le comenté-
.- ¿Dónde?. No veo nada...
.- Ahí... en el fondo... -le señalé con el índice-
Era un perro... echado, quieto, sobre la arena del fondo, cubierto de agua hasta un palmo por encima de su cabeza... nos miraba... y nada más.
Más allá, otra forma oscura... pero ya el agua no pasaba de los tobillos. Y la forma emergió, para descubrir otro perro que se acercaba a nosotros.
No me gustó su forma de moverse detrás de él:
.- Apártate. No corras, no mires... n dejes que se te acerque.
.- ¿Por qué?. No hace nada... mírale... está sonriendo...se ríe...
Y yo me volvía a contemplar esas facuces de perro oscuro, abiertas en tan sólo cuatro dientes, enormes, afilados... no en sonrisa ni en risa, como creía la Inocencia.
Sino en una mueca, una paerfidia de apariencia, una hipocresía; un engaño presto a morder.
Tiré de él y le saqué, lo más rápido que pude pero sin correr, de la orilla.
No quise mirar hacia atrás.
Junio
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El Muñeco "Chillón" |
ERASE UNA VEZ...
Un muñeco chillón que vivía en un cuarto de juegos infantil.
Los soldados de plástico vivían en su acuertalamiento de madera. Los vaqueros y los idiios compartían fortín. Los muñecos transformables, los bolos, los palos de golf en miniatura; los peluches con sonido, los volantes de guiar coches sin coche; la moto ultra-rápida con su manillar a distancia, los dinosaurios rugidores... todos, todos los juguetes que no tenían un sitio a propósito, vivían en cálidos arcones de madrea o cestas de tela, cómodos y suficientemente aireados.
Todos... menos el muñeco chillón, que vivía un tanto lejos y olvidado, sujetando los libros de cuentos de la estantería más alta del cuarto.
El muñeco chillón había sido-hacía mucho, mucho tiempo- el jueguete más sofisticado que poseyó Chemo: con sólo darle a un botón, contaba cuentos, chistes y mentiras:
.- "Como no estabas-decía el muñeco, cuando Chemo pulsaba su botón- me fuí a Venus: a luchar contra una invasión de terrícolas. ¡¡FIU, FIIIIIU!!, volaban las naves, dejando caer bombas terroríficas..."
Chemo se reía y le decía al muñeco que todo eso eran mentiras... y el muñeco, en su papel, prometía que todo era verdad.
El muñeco, además, retaba a Chemo a gritar más alto y más fuerte. Y hubo días que la mamá de Chemo tenía que pedirles a los dos que dejaran la competición antes de volverla loca, junto a todos los vecinos.
El muñeco provocaba a Chemo con sus "eres más tonto que un grano en la nariz". Y Chemo, muerto de risa, le amenazaba con ponerle los calzoncillos sobre la cabeza (cosa que el muñeco no soportaba: entonces, invariablemente, amenazaba con decírselo a la mamá).
Chemo no tená hermanos, de modo que el muñeco se convirtió, durante un tiempo, en un pseudo-pariente del niño. Quizás como otros imaginan amigos invisibles o públicos fantasmales...
Chemo terminó prefiriendo la compañía y los juegos con la mamá... y el muñeco chillón fue quedando olvidado. Y relegado a un estante abierto, sin más compañía que alguna mota de polvo posada sobre los silenciosos libros que ayudaba a mantener en pie.
Un día, la mamá de Chemo decidió que había llegado la hora de hacer limpieza: tantos jugietes rotos, otros a los que Chemo no prestaba la menor atención... tantos estropeados por falta de uso.... y Chemo quiso ayudar:
.- Verás, Chemo-le dijo la mamá- muchos de estos juguetes ya no te interesan. Pero hay muchos niños que serán felices jugando con ellos. ¿Te parece bien que los regalemos?.
.- ¡Sí, mami!. ¿Tú crees que los juguetes lloran si no juego con ellos?
.- No sé si llorarán, hijo-dudó la mamá- pero estoy segura de que algo deben sufrir... incluso deben tener celillos de los otros juguetes con los que juegas. Al fín y al cabo, tú y yo sabemos, que los jueguetes salen de sus estantes y cajas por las noches, y hacen fiestas y charlan entre ellos...
.- ¡Bah, mamáaaaaaa!. Eso no es verdad...
.- Chemo: ¿ves el viento?
.- No, mami.
.- Pero lo notas cuando se te posa en la cara, ¿verdad?
.- Sí...
.- Si sabes que el viento existe, aunque no lo veas, quiere decir que hay muchas cosas que están, aunque tú no las veas... como las fiestas nocturnas de los jueguetes.
Y Chemo se quedaba mirando a su madre, con expresión de absoluta incredulidad, pero meditando un poquito...
.- Mamá: ¡regala el muñeco chillón!. No lo quiero.
.- ¿Por qué, Chemo?. Te divertía mucho jugar con él...
.- Pero ya no... insulta y cuenta mentiras.
.- A ver hijo: el muñeco hace exactamente lo que tú esperas; lo que a tí te divierte... ha nacido para eso. Que a tí no te haga gracia ahora, que ya eres mayor, no es culpa del muñeco...
.- ¡Es que ya no me gusta!
.- Mírale: ahí en el estante, sujetando libros. A mí me da pena que no le des las gracias por tantos ratos divertidos que te ha regalado.
Los humanos olvidamos pronto los favores, los regalos... o terminamos por exigir aquéllo que se nos dio gratis en un momento de necesidad. Convertimos en obligaciones, en deberes, lo que no fue sino generosidad.
Chemo... acuérdate de lo buenos ratos que pasaste gracias a él.
.- Que sí mamá... pero eso ya pasó.
.- Bueno: vamos a hacer una cosa... el muñeco vivirá con nosotrs un poquito más. Dentro de unos días, veremos qué hacemos con él. ¿De acuerdo?
.- Vale...
Uos días después, el muñeco chillón vivía estantes más abajo: junto a una casa-cuento, una espada láser, un muñeco guitarrista y un tren con sonidos. Y Chemo recordó lo que era jugar con él.
Chemo preguntaba a su mamá si los jueguetes que habían regalado eran felices con otros niños. Y la mamá le aseguraba que sí: "un juguete sólo es feliz en brazos de un niño... no en un cajón, muerto de aburrimiento y olvidado".
El muñeco chillón se quedó. Y la mamá, mientras le libraba del polvo, le miraba la cara de plástico... y habría jurado que se le había ensanchado la sonrisa.
"¡Pues no diría que me acaba de guiñar un ojo...!"
FIN
Junio
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"Humo" |
"V.- en aquí"- dijo la sonriente Dama, tomándole de la mano-
.- "Vas a espirar e inspirar con normalidad... pero notarás algo que voy a explicarte:
Cada vez que expulses el aire, saldrán de tus labios nubes de color marrón, gris... como bolitas de algodón sucio".
.- ¿Y qué serán? ¿me harán daño?-preguntó preocupado el chiquillo-
.- "Nooooo"- rió la Dama- "son todas las "cosas malas" que se han alojado dentro de tu cuerpecito durante el día: pensamientos negativos, virus, malos deseos de otros hacia tí... esas cosas...Yo te ayudaré a echarlas fuera. Lo haremos los dos juntos"
.- Vale... de acuerdo... si no me va a doler...
.- "Adelante"-le instó la Dama. no sueltes mi mano y respira normalmente, mientras me miras"
La Dama cerró los ojos. Y un punto de luz blanca y brillante se encendió entre sus cejas. La luz fue irradiando desde la frente a todo el rostro de la Dama. Y luego a su cuello, hombros... todo el cuerpo hasta el borde de encaje que dejaba ver sus pies desnudos.
Cuando toda ella centelleaba, notó el chiquillo que su frente ardía en luz... y se vio abrigado por un nimbo, como la cáscara de un huevo, que lo protegía y aislaba or entero. Entonces, volvió a mirar a la Dama: y vió girones grises salir de entre sus labios. Con sus pequeñas manos frente a él, recogió de su aliento virutas de humo de un tono parecido.
Al cabo de poco. no podía distinguir su aliento: se había hecho transparente.
Entonces la Dama le habló de nuevo:
.- "Ya está. Hemos arrojado todo lo que podía hacernos daño. Y ahora, estos nidos de luz blanca que he creado para tí y para mí, nos protegerán un día más. No te preocupes si le ves ir desapareciendo conforme pasan las horas, porque mañana haré otro nuevo para tí".
Y susurrando un "Te quiero" y una sonrisa, se desvaneció la Dama despacito... sólo quedó de ella un beso, que se fue a posar en las mejillas del crío...
Junio
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"Pestañas" |
Erase una vez un niño que nació con unas pestañas enormes: y ya se sabe que las pestañas sombrean los párpados de tal forma que, cuanto más largas, más hermosos hacen los ojos. Pero, como todo... dentro de un límite.
Porque el niño crecía y, con él, sus pestañas, que llegaron a hacerse inmensamente largas y espesas... de tal manera que terminaron pr resultar un problema.
Y es que, en el cole, las pestañas se enredaban con la cuerda de saltar, con los cromos de futbolistas y con los "stacks" de Pokemon: no había manera de jugar sin que las pestañas se interpusieran en todos los juegos: hasta entre el balón de fútbol y la portería (buena cosa para parar holes, pero... es "trampa")
Los amigos comenzaban a impacientarse y a apartarse de Pestañas, que temía llegar, incluso, a no poder correr como los demás, porque las pestañas se le enredaban en los tobillos... contínuamente.
Desesperado, Pestañas le suplicó a su madre una solución. Y la madre, simpre comprensivas las madres, tuvo una gran idea:
.- "Haremos una cosa, Pestañas: Dicen que si te despuntas las pestañas con unas tijeritas, en una noche de luna llena o creciente... las pestañas crecen el doble de rápido y de largo. Así que podemos probar al contrario".
.- "No lo entiendo, mami"-se quejó Pestañas-
.- "Verás, hijo"-aclaró la mamá- "vamos a cortar tus pestañas en una noche que la luna mengüe: veràs cómo resolvemos el problema".
...........................
Y una noche en que la luna parecía crecer (que en realidad estaba menguando, porque la luna es mentirosa), la mamá de Pestañas le sacó al balcón, junto a unas tijeritas.
Y, allí, se pusieron a recortar y buscar la medida adecuada para las pestañas de Pestañas:
. "No tenemos que cortarlas en exceso, porque unas pestañas largas y tupidas son un arma poderosa de seducción de la mirada. Pero tampoco podemos arriesgarnos a dejarlas muy largas y que te causen problemas"-dijo la mamá-
Y cortado, cortando, las pestañas de Pestañas hallaron una longitud en los límites de la "normalidad".
Y resultó.
Porque las pestañas de Pestañas no volvieron a crecer desmesuradamente (sólo un poquito) y Pestañas pudo volver a jutar con los amigos sin enredarse los tobillos con sus propias pestañas.
Y vivió, a partir de entonces, muy contento y satisfecho.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Junio
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Nada |
Resulta últimamente tan difícil poner en orden sentimientos y pensamientos... será el pesado cansancio, la terrible apatía, la persistente desgana o el abismal vacío...
La Nada no tiene color, sonido, olor... es la ceguera de los sentidos el dirigirse a ella... porque SÍ tiene forma: contornos definidos de bestia hambrienta, de negros océanos y agudos acantilados... devorando espacios lenta, pero ineludiblemente.
La Nada se alimenta de mentiras, deslealtades, celos, cóleras, impotencias, cansancios... y de sueños rotos, esperanzas defraudadas, milagros inalcanzables, depósitos hurtados de confianza...
No duele la Nada, que extirpa- como un hábil cirujano- lo que un día hubo y alcanzó la podredumbre: no duelen los vacíos... si acaso, duelen a ojos y oídos la sorpresa y el orgullo, estupefactos ante esa niebla gris que se extiende de entre los ojos a todo el ser; y que magnetiza al centro cuanto se acerca a su bordes.
La Nada abominable, viscosa; fascinante, atractiva y deseable sierpe, TODO en su fealdad, prometiendo siempre olvidos e inconsciencias a cambio de una sola dentellada.
Y sólo el conocimiento de su existencia basta... para dar un paso atrás e imaginar su repugnancia sin olor al olfato, su miseria a los ojos, su fracaso a todos los sentidos... su patetismo incapaz de conservar durante mucho tiempo los afeites con que reviste su rostro anodino.
Lagrimea la Nada mientras estira las fauces un segundo más por alcanzar la nueva presa. Y sus afeites corren en borrones absurdos, deshaciendo sus costados, revelando su verdad caadvérica, pavorosa.
Nada no puede dejar de comportarse como Nada: nunca nació, nunca muere; dice una verdad y cUatro mentiras; da un paso adelante y tres atrás.
Quien olvida su rostro puede creerla un día... de nuevo... y perderse en sus abismos grises.
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Nada lleva el nombre de quien miente a sabiendas que daña.
Nada se nombra quien usa de la deslealtad como de una virtud recién descubierta.
Nada se apela quien pasa de puntillas, esperando no ser notado, por, sobre y alrededor de los agonizantes y devorados.
Y Nada, sea cual sea su maquillaje, es... NADA.
Junio
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Menos dormir y más trabajo |
Un día, como siempre recién nacido el amanecer, se levantó Xuaco de la cama: se aseó, vistió y tomó un desayuno consistente.
Mientras cumplía con todas estas rutinas, iba pensando:
"La de tiempo que pierdo en dormir ¡la mitad de la vida!... si durmiera menos, trabajaría más y ganaría más dinero"...............
"Y no debe ser difícil quitarle horas al sueño: si cada día me levanto un cuarto de hora antes, llegará un momento en que no tendré necesidad de dormir y tendré todo el tiempo para el trabajo"...
Y dicho y hecho: Xuaco puso en práctica su plan desde la mañana siguiente, en la que se levantó quince minutos antes de lo habitual:
Pasaba casi todo el día en el campo, a donde se trasladaba con su carreta tirada por un mulo. Una vez allí, araba, recolectaba y sólo hacía pausa, de vez en cuando, para tomar un traguín de sidra o hacer el almuerzo.
Ese primer día del plan, Xuaco volvió muy contento a su casa: no se sentía cansado ni con sueño. Y había ganado un cuarto de hora a la noche.
Al día siguiente, Xuaco se levantó otros quince minutos antes (de forma que ya llevaba media hora de adelanto sobre el que había sido su horario habitual)
Y fue otro día perefecto.
Así transcurrieron dos semanas, quitando cada día quince minutos más a la noche... de manera que, donde ya dormía seis horas, le quedaron tan sólo dos horas de sueño nocturno, sin siestas ni "pigazus" (porque Xuaco nunca echaba la siesta, se sintiera como se sintiese).
Y ocurrió que en la madrugada (más bien noche cerrada) del décimosexto día, Xuaco se durmió al "volante" de su carreta... y el mulo (que también debía andar falto de sueño) debió quedarse también medio sonámbulo por el camino.
Porque lo último que supieron fue que estaban bestia, amo y carro, hechos un relío de patas y madera en el fondo de una pequeña barrancada.
Al menos salvó para contarlo a sus nietos... y para darse cuenta de que por algo necesitamos todos dormir.
Junio
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¡Yera un burru! |
AAndaban dos paisanos por un prao, hablando de sus cosas, cuando escucharon una especie de rugido de lo alto, cayendo del cielo.
.- "¿qué ye esi ruido, Senén?- preguntó uno-
.- Ni idea. Déxame mirar bien, Teo- contestó el otro-
Por la esquina de una nube apareció un artefacto volador: algo así como un globo gigante. Y parecía desinflarse a ojos (y estruendo) vista.
.- ¡Coimes, Teo!. ¡Ye un globu! ¡Y paez'me que va'terrizarnos encima!
.- Que babayaes diz éste... un globu... ¡que ye un burru, Senén!. ¿Non lu ves o préstote les gafes?
.- Non, que nun las necesito; pero tú sí un catalejo: ¿Onde ´tan les oreyes y el rabu y les pates de tu burro?. ¿Nun ves la quilla del globo ni escuchas cómo se desinfla?
.- ¡Tas llocu, Senén! ¿Yes ciegu o tan fatu que nun quiés darme razón? ¡YE UN BURRU ESI QUE CAE!
.- Lo que digas, Teo. Pero nun voy quedarme a darte la razón. Ya contaré en el bar, con una sidrina en la mano, que cayóte encima un "burro", aplastóte y morriste. Yo marcho y quédeste solín con la cabezonería: a ver si te libra de la güestia.
Y, mientras Senén se daba la vuelta a toda prisa, el globo (porque no era sino un globo de los de aire caliente y quilla, que así lo contaron los diarios al día siguiente y... nunca se vio aún un burro volador. Salvo en los cuentos) caía en picado sobre el cachín de terreno que ocupaba Teo.
Y viendo marchar al amigo Senén, Teo alzaba el puño al aire, olvidado del globo, por amenzar al amigo que no le daba la razón:
.- ¡Vete y cuenta, llambión! ¡Que ya llegaré yo detrás con el burro a cuestas para dexarte en ridículo en el pueblo! ¡Y luego llamo a la cadellada a que te lleven y te encierren! ¡Mal amigu! ¡que nun yes capaz de ver el burro con tal de no apearte del tuyo! ¡Faltosu!...
Y nada más... porque Teo hubiera seguido amenazando la espalda de Senén (bien lejos ya) cosa de tres años, sin parar ni para respirar, que no parecía sino que le hubiesen dado cuerda y no se le hallasen después el botón de "pausa"... pero es que entonces el ruido se convirtió en estruendo de golpear contra el suelo: y Teo se vio volando al otro lado de la finca, entre cachos de metal y de tela.
Mientras Teo se palpaba el cuerpo y recuperaba los sentidos, le daba vueltas a la misma idea:
"Yera un burro: sabíalo yo... ¡pues buena coz me atizó!. Que los burros nun vuelan... ¡si acabo yo de volar!"
Junio
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Artax |
Acaso Artax no se hubiera hundido en el Pantano de la Tristeza... de haber vivido un tiempo entre los azafranios: estos ciudadanos de un Reino sin fronteras denominado Fantasía.
Contra natura, nacen ancianos y mueren bebés: contra natura porque sólo desean la muerte el agotamiento, el cansancio, la enfermedad, el desgaste... no la juventud, la salud ni la plenitud de facultades.
Aún así, parece que los años nos regresan a nuestra más desvalida infancia: sólo que inmersos en esa ciénaga de Tristeza que duplica por cien mil el peso de nuestras osamentas, arrastrándonos inexorablemente a su fondo... tantos días viendo pasar el horror, perdiéndole el miedo y la sensibilidad a fuerza de repetirlo.
Luchar... no por vencer, porque la victoria siempre es Otra. Luchar por conservar un átomo de dignidad en el último instante, quizás sólo en la despedida...
Esos locos bajitos, que decía el cantante, espigan centímetros hasta rebasar con creces el metro; y salvo la estatura, finalizan igual que comenzaron... muchos de ellos.
Y no todos llevan el Signo de la Emperatriz batiendo sobre el pecho; no todos cuentan con la protección de Aüryn contra las Esfinges, Ygramul El Múltiple o cualquiera de esas fauces hambrientas que pululan un Reino sin normas, donde cada quien es como es y se le permite ser.
Un nombre... tan sólo un nuevo nombre para que la Emperatriz recupere sy propia salud y la de Fantasía: lo terrible es que sólo puede darlo un ajeno a un Reino... que no tiene fronteras.
Mientras se acerca la Sombra, Ygrámul hunde sus colmillos revelando el secreto: "le queda una hora... una hora en la que podrá viajar tan lejos como su pensamiento desee"...
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Nada puede impedir que la ciénaga devore a Artax... pero Atreyu y los espíritus de sus ancestros, están con él: reintegrándole su Dignidad.
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Junio
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La Dueña en cenizas |
ERASE UNA VEZ Una Dueña, que vivía en un castillo con balconadas de panza y barrotes, desde las que contemplaba el jardín y sus estanques y fuentes. Y el mundo que asomaba tras la verja de hierro.
La Dueña pasaba su tiempo contándose historias...
Historias que pronto se supo de memoria y quiso compartir con los ciervos y pájaros del jardín, y con los peces del estanque.
Así pues, un día de sol, tomó unos brotes tiernos de centeno y los depositó en su falda.
Sentada sobre el césped, dejó a la vista los brotes y comenzó sus relatos: uno... otro día... los animales se acercaban- al principio asustadizos, luego tímidos- hasta terminar por comer de las manos de la Dueña; y ladear sus cabezas, olfatear el aire y erguir las orejas... tal parecía que estuvieran escuchando.
Y los peces asomaban cada poco sus agallas fuera del agua, pues también querían escuchar esos relatos.
Un día, acertó a pasar, en esos instantes del cuento, un vecino: jamás había visto ni escuchado a nadie tras la verja de la Casa... y la curiosidad le llevó a trepar el muro para tener visión y oído de lo que sucedía. Allí vio a la Dueña, rodeada de animales que parecían escucharla con atención.... y escuchando, escuchando, el vecino permaneció hipnotizado por las palabras de la Dueña... durante el rato que tardó otro vecino en pasearse frente a la verja.
- "¿Qué haces ahí subido, vecino?"
. ¡Sccccccchhhhhhhhhh!- replicó el otro- ¡que no me dejas escuchar el cuento!
Y así fue cómo dos vecinos terminaron sentados en lo alto del muro.
Pronto se corrió la voz de que la Dueña contaba historias tan hermosas, que hasta los animales de ellas quedaban prendados. Y los vecinos comenzaron a agolparse en la verja: los cuentos les hechizaban y los ropajes de la Duela eran tan hermosos... tan bonito su jardín...
Hasta que un día la Dueña se percató de su presencia y les invitó a pasar y sentarse.
Durante un par de días, los vecinos acudieron puntuales a su cita con la Dueña y sus cuentos... mas pronto empezaron los problemas: quien no recelaba de que la Dueña pareciera mirar más a uno que a otro cuando contaba, lo hacía porque entendía que él contaba los cuentos mejor o que mejor los imaginaba...
La Dueña no tardó en darse cuenta de la situación y, primero la tristeza, luego el enfado, entraron en su Casa.
Unos días después, la verja se hallaba cerrada y cubierta, así como los muros, con un grueso seto de rosal. Los vecinos vieron la imposibilidad de volver al jardín; y entre jaculatorias y feas palabras para la Dueña, se retiraron...
Poco a poco la Dueña dejó de oir las murmuraciones detrás del seto... o quizás aprendió a no darles importancia.
Lo cierto es que se hallaba dolida: ella había compartido sus cuentos, porque así lo deseaba. Pero no contaba con que el relato fuera a convertirse en una batalla campal de recelos.
Pronto hubo quienes lograron subir de nuevo el muro y quebrar los rosales... para seguir escuchando, pero sin acercarse nunca más.
Y la Dueña les veía, pero hacía como que no se daba cuenta: ¿qué iba a lograr con amonestarles por su comportamiento?... nada... sólo más desprecios.
Y sabía que luego sus cuentos serían relatados por otra persona como propios: le estaban arrebatando a sus hijos, sus relatos... pero nada podía hacer.
Poco a porco la Dueña fue perdiendo las ganas de inventar y contar historias. Hasta que un día ya no bajó al jardín.
Nadie se preguntó ni supo de su tristeza; ni de la nueva melancolía que la impedía sentir otra cosa que no fuera dolor.
Dijeron que la conocían, que era soberbia, que se creía superior a ellos... que era una engreída.
Y todo esto lo sabía la Dueña sin salir de la balconada, a la que había vuelto.
Un día, su imaginación resucitó. Y le dictó un disfraz:
La Dueña desordenó sus cabellos y los cubrió con las cenizas del hogar. Rasgó sus vestidos y calzó sus viejas zapatillas de jardín. Tiznó con las mismas cenizas su rostro y salió al mundo fuera de la verja...
Allí fuera, sentada en el suelo, volvió a inventar cuentos y contarlos en alta voz: los paseantes la miraban sin reconocerla y apenas prestaban atención a sus palabras. Alguien, a veces, le daba una moneda de cobre. Pero nadie se detenía el tiempo suficiente.
Volvió a la calle un día tras otro, y sólo los pájaros en los árboles y los animales vagabundos se detenían a escucharla.
Un día, el disgusto de los vecinos por aquélla presencia tan poco agradable para sus calles, les llevó a reunirse: tras hablarlo acaloradamente, decidieron expulsar a la "mendiga"...
Como no podían echarla por la fuerza, decidieron seguir la estrategia que alguien propuso:
.- Le haremos la vida imposible. De esta manera, ella misma decidirá marcharse y nosotros nos lavaremos las manos.
Y así fue como un día, alguien pisó a la Dueña.
Otro día, alguien tropezó y le tiró encima un cubo de agua sucia.
Al siguiente miraban a través de ella, como si fuera transparente y no hubiera nadie en el sitio que ella ocupaba.
Todos los días se preguntaba la Dueña por el nuevo oprobio que le seguiría... pero adoraba contar cuentos... no podía parar, a menos que los pájaros dejaran de escucharla. Y eso no sucedía.
Un día, alguien pasó con un enorme perro, asido por una gruesa soga alrededor del cuello: El animal mostraba las fauces llenas de espumarajos... y gruñía de forma amenazadora.
Poco antes de llegar a la altura donde la Dueña se encontraba, el animal se soltó de su dueño... o éste le dejó escapar ex profeso...
En cualquier caso, la bestia se dirigía contra la Dueña quien, aterrada, previó en esos instantes su propia muerte... y cerró los ojos con fuerza, para imaginar que no tenía cuerpo y que nada sentía...
Un aullido de sorpresa, un gemido de dolor y el silencio...
Abrió los ojos y contempló, a dos pies de distancia, el cuerpo inerte del perro. ..
Frente a él se encontraba un joven, armado con un bastón de punta afilada... ensangrentada.
Apenas sostenida por sus temblorosas piernas, la Dueña se acercó, con el propósito de dar la gracias al joven, quien aceptó una taza de té en la Casa, de la que la Dueña dijo ser sirvienta.
Un día tras otro fue el joven a visitar a la Dueña, y ésta volvió a recuperar la ilusión. A él le contaba sus cuentos, y con él se olvidó de teñirse de cenizas.
El joven veía cambiar a la Dueña y se hallaba fascinado por ese rostro limpio de maquillajes, limpio de hollines... limpio de cualquier otra cos que no fuera la sencillez. Y los relatos de la Dueña le atrapaban...
Pronto se hicieron amigos, cómplices, se juraron lealtad el uno al otro. Entre tanto, los vecinos murmuraban e intentaban averigüar qué sucedía tras la verja: la Dueña parecía haber desaparecido y, en su lugar, esa sucia arpía, había entrado en la Casa el mismo día del incidente con el perro.
Los comentarios se disparaban y cada uno era más hiriente y horrendo que el anterior.
Pero nada de ésto quería saber la Dueña: por fín alguien apreciaba sus cuentos; la apreciaba por sí misma y jamás la juzgaba.
Un día el joven sintió algo que no había sentido antes su corazón, y quiso comentarlo a la Dueña: algo dulce se estaba apoderando de su alma... algo que cobraba fuerza cada día en presencia de ella. Y ella le entendió, pues lo mismo ocurría en su propio corazón. Mas, antes de dar esperanza, la Dueña le habló:
.- Guardo en las mangas de mi saya un secreto: Y fuera de la verja la gente murmura acerca de él.
El joven pensó por un instante cuál sería el secreto. Mas, realmente, nada le importaba, pues lo que veía y escuchaba eran sus únicos anhelos. Y así lo dijo:
.- Dueña: me gustaría ser parte en todos tus secretos. Mas he aquí, en lo que contemplo, mi felicidad, que sé no habrá de destruir cualquier cosa que tengas derecho a ocultar, algo que otros busquen y puedan murmurar- Y prosiguió-:
.- No deslices la saya, no desveles tu misterio, que no quiero saber si hay tal, ni cual es; pues con él o sin él te amaré hasta el final.
Y la Dueña supo que esa respuesta era la que llevaba tantos años esperando...
FIN
Junio
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Diebsthal-Atem (Un cuento gótico)II |
...
La más valiosa información que obtuve de mi viaje procedió de los padres de Carlota, que aún vivían, aunque sin apenas saber nada de su hija: de solícita y apocada persona habíase mutado en descuidada e imbuída de una especie de "joie de vivre" desmedida.
Sus padres me confesaron su sospecha de que la hija debia hallarse en ese estado de alteración de conciencia llamado "amor", pues no se explicaban de otra manera el cambio experimentado por su hija. Sabían que vivía con Hilde y su marido y no dejaba de disgustarles la sospechada posibilidad de que fuera Ernst el motivo de los cambios manifestados por Carlota. Recordaban perfectamente a Hilde, y me hicieron prometerles que les ransmitiría su agradecimiento por cuanto había hecho por su hija y me pidieron que le enrtegara unos dulces caseros de su parte. Mientras aguardaba a que mis anfitriones prepararan los presentes para entregármelos, reconocí la habitación, así como la humilde biblioteca: apenas unos volúmenes polvorientos, que trataban de alquimia y otras ramas esotéricas del saber... no dejó de intrigarme que unas gentes sencillas poseyeran libros de estas caracterísitcas. Mas en el escritorio hallé algo interesante: un cuaderno sin título que mostraba en su interior unas letras pequeñejas y prietas, garrapateadas por una mano vigorosa, "dura": apenas pude entender otra cosa que complicados "conjuros" e historias inconclusas de seres vampíricos... solté el cuaderno como si me hubiera quemado las manos. Comenzaba a entender.
Tras agradecer en nombre de Hilde la cesta con los dulces y confirmar que el cuaderno y los libros pertenecían a Carlota, salí de la casa convencido de que había hallado el cabo que, aún adentrñandome en el Laberinto, me ayudaría a ver la luz.
En la terraza de un café, poco antes de volver a tomar la calesa para regresar a la mansión, presté oídos a cuantas conversaciones (humanos cotillas, quienes hablan y escuchamos) se desarrollaban alrededor de mi mesa: como no podía ser menos, Hilde y sus circunstancias eran objeto de una de ellas:
Dos damas y un caballero, que apuraban sus capuccinos en la mesa contigüa, comentaban que Hilde sufría una especie de crisis maníaco-depresiva, a decir de sus preocupados esposo e íntima amiga, a quienes,por cierto, se veía en los últimos meses muy unidos:
.- "Hilde debe haberse percatado de la fuerte amistad entre Ernst y Carlota"- decía una de las Damas
.- No debe tener salud como para darse cuenta de nada"- decía la otra
.- "Ernst se está consolando muy agradablemente"-comentaba su acompañante- "pero creo que debería ser más prudente: el otro día me contó un amigo que los vio besándose a orillas del lago cercano a la Mansión"
.- "¿Qué dices?"-saltaron al´unísono las damas
Y entre ambas comenzaron a atropellar al pobre caballero a preguntas.
Ya había escuchado suficiente. Decidí volver a la Mansión.
Durante el viaje de regreso terminé por atar prácticamente todos los cabos. Y decidí hablar con Carlota nada más poner un pie en la casa.
Fue ella en persona quien me abrió la puerta. con una sola mirada a mi semblante, se dejó conducir del brazo hasta el salón de café:
Allí le pregunté por Hilde y me dijo que no se encontraba bien y estaba descansando en su habitación.
Sin más rodeos, le conté de la visita que acababa de realizar y de cuanto había llegado a mis oídos. Antes de que pudiera hablar le comuniqué mis sospechas:
.- "Fue Vd. siempre, Carlota, la mujer apocada que vivió a la sombra de la amiga. Y hace unos meses decidió vd. vivir la vida de su amiga: robarle su vida, sus recuerdos, su marido. ¿Me equivoco?"
.- "No... no caben las protestas, sólo explicaciones". dije, ante la súbita reacción de furia de Carlota- "Hilde apenas tiene tiempo. No lo malgastemos".
Volvió a tomar asiento Carlota: de la cólera pasó su faz al cinismo y de él a la soberbia triunfante:
".- Bien. Termine vd. de hacer sus suposiciones y extraiga las conclusiones que prefiera. Ni siquiera sabe de qué acusarme".
.- "Señora mía"-le dije afligido- "es Vd. un vampiro psíquico: Nunca ha tenido la fuerza ni el valor suficientes para vivir su propia vida y por ello ha decidido robar la de Hilde. Por eso ha robado su memoria, su espiritu, su existencia en breve... no pueden existir dos personas con los mismos recuerdos"
.- "¡Estupendo!"- gritó Carlota- "¡Le felicito!"- y sin apartar sus ojos de mí, comenzó a pasear por la habitación, aplaudiendo con parsimonia y cinismo-
.- "Tengo unas preguntas para Vd. "-continuó: "¿puede probar cuanto dice?. ¿Puede pensar desde la lógica que alguien haya de creer su historia de "monstruos"?. ¿De verdad piensa que puede aún salvar a Hilde?".
.- "Yo le responderé"- arguyó, antes de que pudiera siquiera pensar en hablar- "Mi vida ha estado vacia, no por ausencia de valor, sino por puro aburrimiento. Nunca pasaba nada, no guardo, por tanto, recuerdos. ¿Quién puee así ser feliz?. Tengo derecho, ¿me oye?. D E R E C H O a tener una memoria, a tener una vida. Y ésta comenzó hace unos meses, cuando convencía a Hilde para traerme a vivir a su casa. Pronto será mía, como ya lo es Ernst. Nada puede hacer por Hilde, pues ya está muerta"
No me molesté en replicar. Salì disparado hacia la habitación de Hilde, donde la encontre desmadejada sobre la cama, con el rostro cerúleo y apenas un hilo de aliento en su pecho.
.- "Hilde, ¡Hilde!!... - musité, gité-
Apenas entrabrió los ojos, para volverlos a cerrar, como si aquél esfuerzo fuera el último. Y una dulce sonrisa asomó a sus labios al contemplarme junto a ella:
.- "Mi querido amigo... no sufra... estoy tan cansada... ". "no"- me interrumpió, viendo mi gesto- déjeme terminar, o no podré..."
.- "No sabía cuando le invité a esta casa, su casa, amigo mío. Pero ahora entiendo... y sé que Carlota es "yo", que ya no tengo nada, pues mi espíritu, mis recuerdos, todo cuanto fuí y soy ya le pertenecen, incluída la devoción de mi esposo, quien la ha ayudado, quizá porque siempre se sintió atraído por ella, aún cuando él no lo supiera. Yo lo sé ahora"- con gran esfuerzo, Hilde intentó proseguir-
".- Es tarde, y de nada sirve cuanto sé y veo que vd. también ha adivinado. Ya no me pertenezco, pues apenas me queda un alma que entregar, sin recuerdos que llevarme. Déjeme conservar este momento para llevarlo donde quiera que haya de ir ahora. Y no les castigue... porque yo hace tiempo que les he perdonado, aunque el miedo no me haya abandonado sino hasta el instante en que vd, querido amigo, cruzó el umbal de esta casa. Pues de su cariño y preocupación por mí han desaparecido el terror y la angustia. Y gracias a vd. me hallo en paz... "
Con un último esfuerzo, Hilde se irguió sobre el lecho y depositó un suave beso en mi mejilla. Finalmente, expiró.
Cerré sus ojos y permanecí no sé por cuánto tiempo, con sus frías manos entre las mías... llorando...
Salí entonces del cuarto y busqué a Ernst y Carlota: Les hallé juntos... al pie de la escalera. En sumirada adiviné que aguardaban, que se sabían triunfantes. Y sin poder contenerme, me eché sobre Ernst a puñetazos.
No recuerdo bien qué ocurrió... sólo que el dolor me cegaba y que deseaba, ralmente lo deseaba, hacerles pagar la muerte de Hilde... luego supe que un candil se habia estrellado contra el suelo, en el transcurso de la pelea, y me contaron que la llama habá prendido la alfombra del hall.
Sólo recuerdo un humo espeso, negro, que se abría paso en mis pulmones y que me arrastré, jadeando jasta la cristalera del salón de café... la golpeé con algo que encontré y me desmayé en el jardín.
La policía me narró también el destino de Ernst y Carlota: ésta debió ser prendidapor el fuego en su vestido de seda, y debio echar a correr, con lo que las llamas aumentaron su poder ignífugo: debió en unmomento abrazarse a Ernst: así fue como también él se consumió. Encontraron los cadáveres juntos, abrazados.
Fin
Junio
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Diebsthal-Atem (Un cuento gótico) |
Hilde Offenbach
Zu Händen vom Herr Klug
München, I-XII-MCCMLV
Lieber Freund:
Hace meses que esta casa no cuenta con su presencia y tanto Ernst como yo misma estamos deseosos de su compañía. ¿Aceptaría la invitación que le hago con la presente?. ¿Vendrá a vernos antes de que caiga la última nevada de este año?. Mi intención en preparar una cena íntima, tan sólo para dos o tres parejas y algunos amigos: nada formal... sólo íntimos, con el fín de celebrar la llegada de las fiestas navideñas.
Viejo amigo: he de decirle también qu necesito verle; no ya sólo por el placer de su gratísima compañía, sino porque en el último mes no me he encuentrado bien: he perdido fuerzas y me hallo siempre cansada, al borde del agotamiento... mas ya sabe de mi tendencia a la anemia. No: no es eso. Procuro alimentarme como me ha prscrito: dar largos paseos al sol y tomar baños con sal a menudo.
Es algo... distinto. No es ya el cansancio físico, sino una especie de apatía mental y espiritual. Un vacío... una "nada" que llena mi mente y la ocupa como si de un costal de algodón se tratase... y en mi alma ocurre lo mismo: no es un acontecimiento que me haya priavado de creencias, deseos, sueños... no sé cómo explicarle, querido amigo. Sólo siento VACIO. Como si no me perteneciera a mí misma, como si fuera solo un cuerpo
He tenido pérdidas de memoria muy extrañas en los últimos días: de recuerdos antigüos y nuevos, de experiencias que alguien me recuerda tuve y no consigo recordar. Y esta apatía, este cansancio infinito...
No he querido molestarle y el médico del distrito me ha aplicado una serie de sangrías... pero no he mejorado. Todo lo contrario; pues este estado mental y anímico persiste, agravándose la anemia crónica que padezco.
No le he comentado nada a Ernst, pues no deseo preocuparle sin motivo, sin saber... pero en los últimos días le he descubierto siguiendo mis movimientos con la mirada tan fija que, a veces, llega a provocarme pánico. Quizá esté excesivamente sensible a causa de estos padecimientos que le relato...
No debo molestarle más, mi buen amigo. Quedo realmente impaciente a la espera de su respuesta y confirmación de asistencia a esta pequeña reunión cuya fecha le indico en el tarjetón adjunto
Immer Ihr Freundin
Hilde Offenbach
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Dr. Alaric Klug
Zu Hilde Von Offenbach
Baden: X-XII-MCCMLV:
Mi muy querida amiga:
Con sumo gusto acepto la invitación que tan cortesmente me ha hecho llegar.
No obstante, y si mi presencia no les es molesta, mi intención es acudir a visitarles con una antelación de cuarenta y ocho horas, aproximadamente, a la fecha de la reunión: determinados asuntos me requieren precisamente en esos días en Munich, por lo que aprovecharía mi estancia para reconocerla antes de que lleguen nuestras amistades con motivo de la cena.
He de confesarle,estimada Hilde, que su carta me ha llenado de desazón. Quizás sea ésta la anemia más grave por la que ha pasado, y quizas a consecuencia de esas sangrias que dice le han practicado. No dudo de sus palabra ni su sexto sentido al achacar sus sintomas a un mal más profundo, pero me gustaría descartásemos el daño físico antes de buscar otras causas.
Mi buena amiga: son muchos los años, desde que su recordado padre me instruyó en las artes médicas, que la conozco. Y nada debe temer ni crearle angustia de ningún tipo. Sabe que este viejo amigo pondrá siempre sus conocimientos científicos y su amistas al entero servicio de su familia. Han sido vds. para mí durante estos años la familia que nunca tuve.
En cuanto a Ernst, seguramente se habrá percatado de esos síntomas que me narra y estará, a buen seguro, preocupado. La observa a causa del amor que la tiene y es seguro que jamás he visto a un esposo tan enamorado.
Nada le preocupe pues hasta mi llegada. Pronto, querida amiga.
Alaric Klug
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Diario del Dr. Alaric Klug
20.1.1856
A penas puedo dar crédito a cuanto he presenciado... mi pobre Hilde...
Realmente llegué a pensar que su anemia, cronificada, había llegado a debilitar su mente. ¡Siempre fue tan imaginativa!... ya la conocí como una pequeña soñadora, que inventaba romances entre las hierbas que crecían en el tronco de un árbol y veía figuras de aniales y rostros humanos en las nubes... una soñadora capaz de descubrir un pequeñ dios hasta en la más temblorosa gota de rocío.
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Intento, por la paz de mi espiritu, reflejar en este diario, lo más objetivamente que me es posible, cuanto aconteció desde mi llegada a a OffenbachHaus, der Vorhölle House, como Hilde gustaba en llamar, por razones que nunca pude entender... quizás hasta este momento.
Hilde respondió muy contenta a mi anuncio de visitarles a ella y su esposo dos días antes de la cena. Así pués, allí estuve alojado y procedí a observar su conducta detenidamente:
Tan dulce´y tímida Hilde como siempre la conocí... atenta, generosa, derrochando cariño y ternura, nerviosa... esos nervios suyos... Y apagada.
Más bien como una vela cuya mecha está a punto de agotar la cera.
Durante unos días observé sus lagunas de memoria, su aspecto abstraído... compeltamente ausente, diría yo. Y esa debilidad "del espíritu" que me había comentado en sus cartas.
Por supuesto, procedí a reconocerla para descartar cualquier mal físico... y no. Nada en ella era preocupante, ni siquiera su anemia se encontraba en evolución como yo temía. Decididamente debía hallarse el mal en su cerebro.
Quizás mi preocupación no me dejó ver al principio dterminados y cruciales detalles que retrasaron mi diagnóstico hasta el punto de lo inevitable. Pero no me hallo culpable, ¿Quién hubiera podido predecir, imaginar, semejante situación? ¿Qué mente habría podido sospechar siquiera la existencia de semejantes monstruos?.
Día a día absorbían a Hilde, y yo no fuí capaz de averigüar los hechos... hasta que ha sido demasiado tarde para mi pobre niña.
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Los magníficos jardines de la Mansión se hallaban un tanto agostados a mi llegada. Achaqué su aspecto al crudo otoño que ese año azotó München...
Toda alegría, cruzó la verja Hilde para recibirme e, incluso, insistir en llevar mi maletín. Era, ya digo, como una niña... no existían para ella convenciones cuando se trataba de festejar a los seres queridos. Colgada de mi brazo, y sin cesar de reir y parlotear, me guió hasta el hall de la Mansión. Allí esperaba, en pie Ernst, el esposo de Hilde... creí percibir en e´l unamirada reprobadora hacia su esposa quizás, pensé, por haberse saltado las normas de etiqueta y hallarla portando mi maletín.
Creo que Hilde también percibió esa mirada... pues enrojeció hasta la raíz del cabello y pareció aturdida. Mas pronto se recuperó.
A a derecha de la escalinata en caracol se abría el salón de café, al que pasmos para calentarnos cerca de la chimenea y tomar bebidas calientes. Por vez primera oí a Hilde pedir un ponche bien caliente... ella que no era aficionada a nada que fuera algo más que tibio.
.- "Mi querida Hilde", la interpelé- Muy frío ha debido ser aquí el otoño para que te animes a pedir una bebida caliente"
.- "Querido Alaric"- me sonrió- el tiempo ha transcurrido deprisa y mis huesos se están quejando ya de la humedad de los años"
Aunque estas palabras iban a mí dirigidas, miraba Hilde a Ernst, quien la contemplaba con sero semblante. Ella parecía presa de la desazón y retiraba su mirada del rostro de su esposo al fuego que ardía en el hogar.
Ernst sorprendió mis miradas del uno al otro, y con ademán jovial me explicó que Hild no se encontraba muy bien desde hacía poco más de un mes, intentando restar imortancia, quizás por no preocupar a su esposa.
Le aseguré que pondríamos remedio al estado de salud de la bella Hilde y nos retiramos a nuestras habitaciones con el fín de cambiarnos para la cena.
Cuando m hallaba a punto de entrar en mi vestidor, Hilde me detuvo:
.- "Sólo un momento, Alaric: no he podido comentarte que desde hace uos dos mses se halla con nosotros mi buena amiga Carlota. Es una larga historia que ya tendrems ocasión de comentar. El caso es que, d momento, se aloja en nuestra casa. Por tanto, seremos tres para la cena"
Repuse que nada tenía que objetar, sino más bien al contratrio, a la presencia de Carlota.
Me guardé bien de expresarle a Hilde mi inquietud respecto de su amiga. Apenas la conocía de dos visitas anteriores... pero había algo en esa mujer y su actitud hacia Hilde que me perturbaban profundamente. Estos días tendría oportundad de descubrir que escondía.
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La cena transcurrió entre bromas y una agradable camaradería. Hilde lucia sus mejillas sonrosadas y se desvivía por complacernos: apenas sí permanecía un minuto sentada a la mesa, insistiendo en servirnos ella misma, sin ayuda de la doncella.
Ahora sé que no era la excitación del encuentro entre amigos la que guiaba sus actos. Era el temor a cruzar miradas en la mesa, a ser APRESADA
Pues, una vez terminada la cena, pasamos al salón para fumar unos cigarros y beber unos licores. Hilde dejóse caer sobre un sillón y allí permaneció, silenciosa... como ajena a cuanto sucedía a su alrededor. Previamente, Carlota la había apartado para sostener una bre conversación... y algo de lo que se dijo debió perturbar el ánimo de mi querida amiga. Pues por esa noche no volvió a ser la chiquilla feliz que conocí.
Intenté distraerla con anécdotas de mis pacientes, chascarrillos tontos que siepre han hecho reir a mis contertulios, pero tan sólo logré que esbozara de cuando en cuando una tímida y triste sonrisa. Su mirada no se apartaba de Carlota y Ernst... en conciliábulo susurrante en la otra punta del salón. Pensé que la actitud de Hilde se debía a celos... pero nunca había conocido semejante sentimiento en Hilde. Ella era incapaz de desconfiar de su esposo, y dudaba que comenzara ahora a hacerlo.
Al fín, Hilde anunció que se retiraba: las emociones del día la habían agotado. Así, pues, le deseamos buenas noches, mientras Ernst, acudía a ayudarla para conducirla a la habitación. La tomó de la mano, mas ella, con cierta precipitación, pero con discreción, se deshizo del abrazo marital... y su rostro se tornó pálido, asustado... se disculpó e insistió en que iría sola a su dormitorio...
Nada más sucedió aquélla primera noche en la Mansión.
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Veinticuatro horas antes de la proyectada cena entre amigos, Hilde hubo de enviar tarjetones con sus disculpas: la cena quedaba anulada.
Puedo calificar de "enérgica" la protesta formulada por Ernst, quien parecía deseoso de seguir adelante con los preparativos. Pero Hilde se hallana realmente incapacitada para atender a nadie, siquiera a ella misma. E cuarenta y ocho horas, la niña aparecía lánguida, exhausta, pálida, a punto de desmayarse a cada instante: apenas hablaba Hilde, y sus ojos estaban siempre inmóviles, fijos, en algún punto invisible para nadie que no fuera ella.
Yo me encontraba francamente alarmado, e intenté averigüar de labios de Ernst, primero y de Carlota, después, el origen de semejante estado de cosas... tan sólo obtuve respuestas vagas y apens concretadas en una supuesta "crisis histérica" de mi amiga.
A lo largo de un mes me dediqué a seguir todos y cada uno de los pasos de Hilde. Me convertí, por así decirlo, en parte de su sombra (algo curioso: el cuerpo de Hilde apenas proyectaba sombra, fuera cual fuese la intensidad e inclinación del sol).
De mis observaciones tan sólo pude concluir mayor confusión: Hilde, a instancias mías, se esforzaba en recordar pasajes de su vida que, increíblemente, habianse borrado de su memoria: como si ella fuera un tablero de pizarra en el que una esponja hubiera eliminado hasta la más ínfima mancha de tiza...
En los inicios de la amistad entre Hilde y Carlota, habíame apenado el pobre espíritu de esta segunda: se me hacía como una pajarillo con las alas rotas que sólo encontraba calor en esa amistad. En esos días que relato, el cambio en la personalidad de Carlota era tan evidente como lo era en Hilde: como si hubieran comenzado a transmutarse sus almas; pues era Carlota cada dia más alegre, ocurrente y llena de vida: siempre encontraba un recuerdo o una nécdota para cada situación. Mi pobre Hilde se agostaba a ojos vista y apenas recordaba siquiera su nombre. Yo me repetía mentalmente que esta situación era absolutamente extraordinaria.
Y Ernst... pasaba más tiempo en compañía de Carlota que prestando los cuidados que su joven esposa merecía y necesitaba.
Como de los habitantes de la Casa no pude obtener otra información, decidí hacer mis propiaspesquisas fuera de ella. De modo que me dirigí a visitar a las personas que más contacto habían tenido con Hilde, Carlota y Ernst en los meses en que estuve ausente de sus vidas.
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